sábado, 25 de abril de 2015

Día X: horas

Sé cuántos días han pasado, pero me obligo a no contarlos para no celebrar aniversario de cuando te fuiste.
Y sigo aquí, sin pensar en ti creerás. Pero tu número sigue marcado en mi teléfono, esperando un acto de valentía o, mejor dicho, de suicidio.
Veo tu cara en cada cuadro que entra en mi campo de visión, los ojos de cada persona me recuerdan a los tuyos. Las manos con las que un día me tocabas aparecen en las de otros por la noche, y cuando amanecen están frías y ásperas y no quiero que me toquen, y salgo corriendo de allí, huyendo más de mí misma que de ellos.
Las lágrimas no salen de mis ojos ya, pero no es por falta de dolor sino de fuerzas para pensarte.
En realidad no han pasado tantos días, pero las horas son eternas y las manecillas no caminan, y me paso las tardes en el "tic" esperando el "tac" que no llega.
¡Qué triste! dirás, esperando aún por algo que no va a llegar, con nostalgia de todo lo que no pasó y recuerdos distorsionados de lo que sí fue. Pues no, lo más triste es que te escribo más ahora, que no me lees, que no me sientes, y yo te tengo tan cerca de la pluma que no puedo evitar querer dibujarte con tinta en mi cuaderno.
Me digo que será lo último que te dedique, que mis fuerzas pronto irán a otra persona, pero todas son sombras y sólo tu estás coloreado en este libro a líneas negras, y no quiero pintar a nadie más que a ti.
¿Cuándo te fuiste, dejándome de esta manera? Ni todas las canciones de Pink Floyd pueden expresar lo que siento ahora mismo, ni una montaña de arena puede sepultar tu rostro lejos de mi conciencia, todas las botellas de alcohol son agua con gas para ahogar mi pena, inútiles.

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