Aisha
está atrapada detrás de una valla. Sus minúsculos dedos se agarran
desesperados a la mano de Europa, el afilado metal le desgarra las
manos. Y Aisha grita, grita como las miles de niñas a su lado que
quieren traspasar la frontera. La guerra avanza y engulle, un huracán
las barre, como pétalos de flores mustias se van secando y vuelan
tristes desmembrándose en forma de imágenes y estadísticas, a los
cuidados jardines europeos.
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