martes, 30 de mayo de 2017
lunes, 17 de agosto de 2015
viernes, 19 de junio de 2015
Mi moño, nudo de ideas
jueves, 18 de junio de 2015
Asociaciones libres I
Hegel es un géiser.
Schopenhauer es una cuchilla de afeitar y dos gotitas de sangre.
Unamuno es filósofo para literatura, y literato para filosofía.
Marx no es Lenin, ni Maduro, ni Chávez ni el Ché.
Hobbes es un lindo gatito. Rousseau es Piolín (y viceversa)
Nietzsche es Cristo.
Cristo no es Nietzsche.
Aristóteles es éter.
Platón vivió, recordó, vió el sol fuera de la caverna, entró, no le hicimos caso en bachillerato y se fue a casa a llorar en la almohada.
Hume no entra en estos parámetros.
Piaget es un dolor de muelas.
Heráclito es el río en el que se bañaron todos los idealistas.
El realismo es una irrealidad realizada en y sobre la realidad.
La filosofía y la ciencia no son misma cosa, no tratan las mismas preguntas y no llegan a las respuestas por el mismo camino.
Mi dedo índice te señala.
Tu cuerpo está pegado a tu nariz.
Su mente se quiebra.
Nuestra no existe.
Vuestra me excluye.
Sus mentes ME quiebran.
martes, 7 de abril de 2015
Musa, pequeña, muñeca...
Te grito, musa, para que me ayudes a escribir. Las paredes me dan vueltas y la inspiración me da la espalda, pequeña, porque ya ni siquiera soy ejecutora de la acción, no merezco llamarme verbo. ¿Acaso soy yo la que escribe estas líneas? Al tocar los bordes de mi papel en blanco, de mi lienzo expectante, el pincel que agarro entre mis dedos yace seco en mi muslo, la taza de café ya no humea y el panecito se queda frío, a medio comer en el plato, como un corazón a medio amar, como una buena canción en la radio que cortan en el mejor momento para intentar venderte alguna mierda. Y te dejan con la miel en los labios e intentando tararear los versos de aquella canción desmembrada por algún energúmeno que no sabe que las canciones no se pueden parar en medio de un solo, que porque no haya letra no tiene por qué dejar de haber música.
Así me siento yo, musa de mi vida, como si me hubieran parado en medio de la guitarra, la cantante fumándose un porro en algún rincón, regando su jardín con bourbon y metiéndose billetes en las bragas como si no hubiera mañana; y yo, en medio del escenario, sola, con la púa en mi dedo -o el pincel o la pluma o el teclado, da igual- los focos se apagan.
Las bombillas se funden.
Sí, mi muñequita, no son eternas porque alguien no lo ha querido.
Por eso te hablo a ti, espero pacientemente a que dejes de hacer lo que quiera que las musas hagan cuando no están susurrándome al oído.
Y el pincel está empapado, la pluma entintada, el ordenador encendido, las guitarras afinadas...
y las bombillas apagadas.
lunes, 23 de marzo de 2015
miércoles, 18 de febrero de 2015
Querido diario
Pero vuelvo a hablar contigo, viejo amigo, que no me juzgas por las confidencias que te hago.
Es tan simple como un trozo de papel, puedo moldearte a mi gusto, y lo hago sin remordimiento alguno.
Puedo hacer que ocurra lo que yo pienso, puedo borrar el pasado de un plumazo y escribir lo que me hubiera gustado que pasase.
Seco las lágrimas, multiplico los besos, abrazos y caricias, elimino el dolor, te elimino a ti.
Y cuando el tiempo se lo haya llevado de mi memoria, abriré tus candados con la llave que guardo cerca de mi cuello, y mi invención será real, completamente verídica.
Tan simple como un trozo de papel.
Tan complicado como un alma insatisfecha.
sábado, 31 de enero de 2015
08-03-14
¡Cómo me limpiabas el lunar al lado de mi boca cuando no conocías el mapa de mis imperfecciones...!
¡Cómo desinfectabas de soledad mis labios secos, rebosantes de palabras cálidas por regalar...!
¿Cuándo he cambiado tanto, amor, que ya no dirijo mis pensamientos sino a tus lecturas?
Tu y yo. Yo y tu.
A nadie se le ocurriría llamar blues a una canción de letra alegre. ¿Por qué le pones condición de pareja a lo que solamente somos tu y yo sin nosotros?
00:05
No me tires al cubo de la basura. Recíclame, reencarname en suelas de bota que caminen en el barro. Una y otra vez al contenedor amarillo, hasta alcanzar el nirvana en zapatos de salón.
Dame vida.
miércoles, 21 de enero de 2015
Revelador
¿Qué queda ahora que no sea racionalizar y decir que después de todo ya estaba finalizado antes de empezar, y roto antes de caer al suelo que ya no es suelo, sino techo que no permite respirar?
sábado, 25 de octubre de 2014
Medias frutas y personas enteras
Va a cambiar, puede avanzar o retroceder, evoluciona, destruye lo anterior, saca los Legos del tercer cajón y construye una vida, y luego cae.
martes, 11 de febrero de 2014
Observando desde arriba
jueves, 6 de febrero de 2014
Sobre costumbres ajenas
Cuando un miembro de esta sociedad fallece, sus allegados disponen el cadáver del difunto en una caja de madera rectangular, y proceden a ejecutar un ritual que conservan desde tiempos antiguos: eliminan las vísceras del fallecido, y en su lugar colocan un relleno para que el cuerpo no se hunda, conviertiéndolo así en un grotesco muñeco desprovisto de la vida que anteriormente tuvo.
Este proceso se lleva a cabo en un templo, donde las velas iluminan las imágenes de sus ídolos. Éstos se ciernen sobre las cabezas de sus gentes, mirando omnipotentes cómo finaliza la vida terrenal de su discípulo.
La estirpe del difunto viste con la indumentaria especial que tal ocasión requiere: los grandes y extravagantes mantos negros cubren los apenados rostros de las mujeres. Las más ancianas llenan el recinto con inconsolables sollozos y lamentos que componen la banda sonora de esta función. El telón se baja después de una larga procesión precedida por el séquito de parientes del difunto, seguido por una comitiva que lleva a hombros al muerto, bajo la mirada del resto de la sociedad.
¿Es completamente distinta esta cultura de la que nosotros profesamos? La primera impresión llevaría a afirmar que sí, pero leyendo con atención nos daremos cuenta del engaño: de la primera a la última frase de este texto se refiere a la cultura occidental, la mía propia y, probablemente, la tuya.
El miedo o la incomprensión nos puede llevar a repudiar actos que nos son ajenos, y la costumbre nos hace olvidar el buen hábito de cuestionarnos nuestras tradiciones de vez en cuando.